Amor de todos los colores

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   Soy Mario-lalo, un joven homosexual gay de 28 añitos, un chico tranquilo y algo curioso, amante de la naturaleza, la libertad y las risas, una persona que disfruta de las cosas sencillas, de las expresiones culturales y artísticas, alguien infantil. Soy un gestor intercultural en proceso y no muy convencido de terminarlo, un ser humano como cualquier otro pero tan único como el resto de nosotros, alguien hogareño y amoroso, soy yo.
          Mi personalidad es un mosaico de colores, el vitral que adorna la espectacular catedral que forma mi cuerpo, tengo carácter fuerte y firmeza en muchas situaciones, pero la flexibilidad del acero para ser noble y cariñoso. Me encanta reír y emocionarme, ser un infante ante las nuevas experiencias, me fascina lo romántico y el drama, aunque también suelo ser muy oscuro y agresivo, esta última parte de mi pocos la conocen e incluso creen inexistente. Mi personalidad me permite ser amable, respetuoso, empático, humilde y solidario, adjetivos que me gustan mucho y trato de hacerlos mi filosofía, no así, también soy narcisista, mamón o altanero, me gusta tener un toque de "diva" para darle picor a la vida. 


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      No puedo decir que mi personalidad es una sola cosa o algo estático, me gusta más imaginarla como el fresco imponente en los muros de mi templo, esa pintura llena de colores, ideas y por qué no, hasta técnicas, ese arte que necesita ser restaurado o hasta censurado. Pero puedo decir que me gusta verme a mí mismo como alguien tranquilo, hogareño, sencillo y amoroso, con algo de picor y mucha amargura.   

  Trabajo en un CECyTE y me encanta hacerlo, mis compañeros y compañeras de trabajo son increíbles, es un ambiente muy bonito, me gusta la idea de ayudar a forjar personas de calidad y con calidez humana. Amo a mis amigos, soy de pocos, pero muy valiosos y queridos, y uno de mis bienes más preciados son mi familia.


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  Me di cuenta de mi homosexualidad por capricho de la casualidad, considero que desde mi infancia me sentí “diferente”, aunque no concebía aún la idea de la homosexualidad, sabía qué era, pues los malos chistes y la tv se encargaron de hacérmelo saber. Pero no me identificaba en ella como tal, no sentí ningún tipo de atracción o interés por mi mismo género hasta mis 13 años aproximadamente. Fui a la tiendita de la esquina por un mandado de mi madre, y ahí vi por primera y única vez al hombre que me hizo darme cuenta de mi orientación; la forma en que me veía, su sonrisa y coqueteo me estremeció y desempolvó la poca heterosexualidad que me cubría. En ese momento germiné y comenzó el proceso de mi florecimiento.  

     El momento más hermoso de mi vida fue cuando le confesé lleno de miedo mi homosexualidad a mi madre, solo me abrazó y me hizo saber que todo estaba bien conmigo, esa convergencia entre mi amor propio y el de la persona que más amo fue todo lo que necesité para sentirme vivo. Y el momento más difícil de mi vida fue cuando intenté suicidarme a los 15 años por pensar que estaba mal ser gay, caí en una depresión que hasta la fecha me acecha. 

          En casa ser gay fue algo difícil al principio, pero poco a poco fue algo normal, generalmente ni se dan cuenta de que soy gay, o sea, sé que sí, pero no hay trato diferente, está cool, aunque aún no me conocen en una relación de pareja, pienso que eso les ocasionará algo de conflicto, quizás solo son mis nervios.     


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       También he tenido conflictos con la religión, justo después de darme cuenta de mi orientación a los 13 años, lloré prácticamente hasta los 16 durante casi todas las noches, pues le pedía a Dios que me hiciera “normal”, la religión me hizo creer que algo estaba mal conmigo, me hizo odiarme, afortunadamente ahora he hecho las paces, incluso sigo siendo católico, aunque quizás solo creyente pues practico poco la religión. 

        Ser de diversidad sexual en secundaria fue terrible, una figura tétrica, solitaria e irritable se pinta sobre mis recuerdos de secundaria, fui objeto de burlas y bromas pesadas, solo tenía amigas, mi mejor amigo de la primaria con el cual compartí nuevamente grupo en la secundaria me dejó de hablar. Yo aún no aceptaba la idea de mi orientación, por lo que tampoco lo compartí con mi familia y me alejé de ella porque ni yo sabía quién era. Lloré mucho y me negué la oportunidad de amarme y ser amado.  

        En la preparatoria mejoró en comparación a la secundaría, aún seguía “dentro del closet”, pero ya comenzaba el proceso de auto-aceptación, forjé el carácter necesario para no volver a vivir lo de años atrás, pero como todo proceso, llevó su tiempo y no fue la mejor etapa de mi vida, aún había algunas burlas que, aunque menores, seguían hiriendo, y yo “pendejamente” fingía atracción por el sexo opuesto.       


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         Mi preocupación en el ambiente laboral reside principalmente en la desinformación por parte de la sociedad, la falta de tolerancia y empatía. Al trabajar con adolescentes, me preocupa que sus padres o tutores puedan sentirse amenazados de mi orientación sexual, pero aprendí a amarme y respetarme, así que no volveré a temer por ser yo, esa es mi arma suprema. Afortunadamente no he vivido experiencias de discriminación por mi homosexualidad en mi ámbito laboral, pero hay algo que sí me molesta, es que cuando decido hablar de mi atracción por la belleza y sensualidad masculina, se sorprenden y casi a modo de halago me dicen; “no te creo, no se te ve, es que eres varonil”, no logro entender por qué equiparan la orientación sexual con comportamiento, gustos o intereses. 

          Mi experiencia al salir del clóset fue aliviadora, mi espíritu pudo respirar y probar la libertad, hubo pocas personas que se alejaron, pero las realmente importantes se quedaron y llegaron muchas más, me sentí completo y la relación con mis cercanos se estrechó y fortaleció. Por siempre será uno de los más bellos tesoros de mi memoria. Aunque al principio fue algo incómodo, las personas a las que se los conté le pensaban mucho en cómo tratarme, era como si me fuera a quebrar, poco a poco se fue puliendo el trato, comprendieron que seguía siendo yo, solo con algo extra. 

          Decidí salir del clóset porque lo necesitaba, era doloroso y triste no poder ser realmente yo, limitar mis intereses, gustos, necesidades y deseos, me sentía perdido y era necesario encontrarme, así que lo hice, me tomé de la mano y caminé conmigo mismo hacia ese bello halo de luz arcoíris.

  Actualmente me siento más cómodo con amigos, hay aún detalles que la familia o los compañeros del trabajo no procesan con facilidad, en cambio mis amigos (sobre todo los homosexuales) me hacen sentir que está bien siempre ser yo, y me encanta, los amo. 

          Por último, a las personas heterosexuales y cisgénero quiero invitarles a darse el tiempo de informarse, de ser empáticos, de amar y dejar ser, tenemos la responsabilidad social de crecer como humanidad, con amor de todos los colores.

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  A las personas LGBTTTIQA+ les aconsejaría que jamás dejen de amarse, que son increíblemente hermosos y perfectos tal cual son y hay un mundo de personas ahí afuera dispuestas a caminar a su lado.

 

Mario-lalo