Una mirada al maltrato infantil: lo que la sociedad normaliza en la crianza

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 Seguramente al escuchar la palabra “maltrato infantil” se nos viene a la mente golpes, marcas en el cuerpo, o algo relacionado a eso, sin embargo, al hablar de maltrato infantil no solo es referencia a lo físico, éste también se refiere a lo psicológico, al abandono físico, al abuso sexual, o cualquier otro tipo de violencia que cause o pueda causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad de cualquier menor de 18 años, así como también poner en peligro su supervivencia.

 Este es un problema mundial pero no significa que sea lo mismo para todos, ya que, según la OMS (Organización Mundial de la Salud) puede variar dependiendo del país y del método de investigación utilizado. Dichas estimaciones dependen de:

  • las definiciones de maltrato infantil utilizadas;
  • el tipo de maltrato infantil estudiado;
  • la cobertura y la calidad de las estadísticas oficiales;
  • la cobertura y la calidad de las encuestas basadas en los informes de las propias víctimas, los padres o los cuidadores.

 Pero ¿cómo se origina el maltrato infantil? Muchas veces hemos escuchado la frase “más vale una nalgada a tiempo”, pues a muchas personas, especialmente a padres de familia les ha “funcionado” esta técnica para disciplinar a edad temprana, sin embargo esto no es más que un acto de violencia hacia los menores, que, desafortunadamente en la cultura mexicana se ha normalizado a tal grado de tomarlo hasta con gracia. Lo mismo pasa con otras herramientas como el “cinturonazo”, o la muy famosa “chancla voladora”.

 Ahora enfoquémonos en lo que abarca cada una de estos tipos de maltrato infantil para poder entender a qué se refiere y darnos cuenta si hemos sido víctima o partícipe de algún acto. Recordemos que el maltrato no solo son golpes, también son los gritos, la negligencia y el acoso sexual.
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       Maltrato físico: Hace referencia al castigo corporal, que, aunque ya sea legalmente sancionado, no deja de verse como forma de disciplina en la crianza infantil. Muchos adultos recuerdan este tipo de violencia como grandes dotes de educación, y que según ellos, les ha ayudado tanto a formarse como “adultos fuertes”, ignorando que influyó para que ese mismo adulto sea un golpeador o golpeadora con su pareja, o por lo contrario, que ella o él permita los golpes porque desde niños se dieron cuenta que los golpes son una consecuencia de una acción desaprobada. 

  Para evitar el maltrato físico, es importante establecer normas de convivencia. Es una tarea bastante difícil, sobre todo cuando nuestra realidad se basa en crianza a base de golpes. Como adultos, debemos de mantener la calma y controlar la agresividad, dejar de lado las creencias que nuestros padres aprendieron de los suyos, si respetamos a los infantes, ellos mismos se respetarán.   

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         Maltrato psicológico: También conocido como maltrato emocional se refiere cuando hay gritos o insultos al momento de comunicarnos con un o una menor. Es muy difícil poder controlar nuestras emociones cuando, por ejemplo, nos sentimos agotados por la presión del trabajo, muchas veces llevamos esa presión a nuestra casa y quienes pagan las consecuencias son los infantes. Ellos no entienden la vida apresurada de un adulto, ellos se mueven, exploran, juegan y hacen travesuras porque así ellos están descubriendo su entorno y sus capacidades.  

 Desafortunadamente, los mayores no vemos las cosas de esa manera y mucho menos vemos los beneficios, es por ello que cuando hay desorden y lo unimos con la carga laboral, nos desequilibramos emocionalmente que dañamos a los menores a tal grado de hacerlos sentir culpables por sus acciones. Cuando esto sucede, él o ella tampoco entienden que no es su culpa, pero a pesar de eso, no sienten enojo hacia sus padres, por lo contrario, dejan de amarse a sí mismos y dejan de ver la valía que tienen dentro, viendo así su autoestima disminuyendo. 

 Para poder evitar el maltrato psicológico es cuestión de controlar nuestras emociones. Nos cuesta demasiado poder reconocer que estamos haciendo las cosas mal pero tenemos que hacerlo. La serenidad es la clave de ello. Atendamos las necesidades de nuestros y nuestras pequeñas. Recordemos que el humillarlos porque hacen las cosas mal no está bien y que con ello no aprenden, al contrario, se sienten tan exhibidos que no captan el mensaje que según los adultos quieren dar. Recuerda, se felicita en público y se corrige en privado (sí, CORRIGE, no castiga) 

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         Abandono físico o negligencia: se da cuando no se cubren las necesidades físicas básicas como la alimentación, la ropa, la higiene, gastos médicos y de educación. Los niños que han sido maltratados por lo general tienen más lesiones físicas y problemas médicos como dolor crónico, dolores abdominales, asma, problemas de alimentación, insomnio y síntomas neurológicos. También pueden sufrir depresiones o mostrar conductas autolesivas y tener incluso tendencias suicidas. Y los niños maltratados corren un alto riesgo de convertirse en perpetuadores de maltratos y de involucrarse en actividades criminales violentas en el futuro (A. Rahman Zamani). 


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        Abuso sexual: Es una actividad sexual que se lleva a cabo sin consentimiento, generalmente es practicada por adultos haciendo uso del tacto hacia los genitales del infante. La pedofilia es ejemplo de ello. No obstante, este tipo de prácticas no son únicamente abuso sexual, también lo es el que el menor presencie o sea partícipe de actos sexuales como la pornografía. En ocasiones pueden llegar a utilizar la fuerza física, la manipulación o amenazas para que los o las menores accedan.  


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 Como padres o responsables, debemos advertir a los niños de este tipo de abuso, se puede prevenir cuando desde pequeños les enseñamos a nombrar debidamente sus genitales (pene o vulva) y que son muy privados, que incluso papá o mamá pueden llegar a ver hasta cierta edad y cualquier persona ajena no debe ni puede ver o tocarlos. Del mismo modo, tampoco ellos como menores, deben ver ni tocar los genitales de otra persona, especialmente si es un adulto, ni siquiera si los llegasen a amenazar o a premiar por hacerlo o no, y que ese tipo de secretos no se guardan.

 Seamos valientes y reconozcamos nuestras imperfecciones, reconozcamos que nos cuesta tanto cambiar nuestra manera de corregir, de aprender nuevas formas de crianza, nos es más fácil pegar, gritar o castigar porque nosotros no somos capaces de mantener la calma. Trabajemos en nosotros para transmitir nuestra tranquilidad a los infantes. Recuerda que cualquier tipo de violencia o maltrato tiene un impacto negativo en el desarrollo y autoestima de los y las menores.

 Evitemos prácticas violentas, seamos conscientes de las marcas que dejamos en los futuros adultos. Criemos con amor, aunque se escucha fácil, no lo es, pues cuando criamos con amor, tenemos que renunciar a nuestro adultocentrismo, renunciar a nuestros impulsos. Hacerles saber que quien le ama, le respeta, confía en él o ella y sus capacidades y sobre todo que al amarse a sí mismos, podrán tener mejores relaciones en su vida adulta.

 

Sofía Contreras