Ya crecimos, pero podemos hacerlo más

 Hoy en día pareciera innecesario abogar por los derechos de la comunidad LGBT+. Si bien en el pasado fue objeto de violencia y discriminación, en tan solo unos años las cosas han cambiado mucho, pues a diferencia de épocas pasadas, ahora se goza de una libertad para ejercer la sexualidad, expresarnos y construir la personalidad de la forma que mejor nos parezca. La presencia en medios de comunicación ha aumentado considerablemente y prácticamente todos los ámbitos de la vida han sido impregnados con los colores de la diversidad. Podemos decir que, ahora, ser homofóbico es políticamente incorrecto.

 Pero, ¿están las cosas tan bien cómo creemos?, ¿ya gozamos de todos los derechos como el resto de la ciudadanía?, ¿no hay más violencia por parte de las instituciones políticas y sociales como el gobierno, la familia o la escuela?


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 Evidentemente no estamos igual que antes, por lo menos cuantitativamente. Somos más los que aceptamos nuestra sexualidad y menos los que sufren por ella, sin embargo, aún hay quienes sufren por ser. Por ser diferentes, ser “los menos”, ser nosotros mismos.

 Aún cuando la imagen que se ha construido de nosotros gira entorno a la vanidad, la extravagancia y la irreverencia, no podemos ni debemos homogeneizar una comunidad tan grande y diversa como lo es la LGBT+, pues los contextos sociales y las realidades personales de las que provenimos cada uno son tan distantes que nuestra experiencia se vuelve única. Para algunos quizá sea afortunada, pero para otros significa ser rechazados de su familia, ser corridos de casa, ser excluidos de los grupos sociales en los que se desarrollan, ser tratados como enfermos que necesitan curación o, simplemente, ser asesinados, dejar de ser.

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 Así que sí, sí es necesario abogar, luchar y exigir la garantía y el respeto a nuestros derechos, porque, a pesar de los grandes avances, sigue habiendo espacios completamente inseguros para gente como nosotros, sigue habiendo personas que no comprenden nuestra realidad y sigue habiendo un sistema social y político que nos oprime y se despreocupa ante las exigencias y necesidades de nuestra comunidad.

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 Es por eso que es necesario que asociaciones como Yumana existan, que partan de la buena intención de hacer algo por quienes lo requieren y se esfuercen por mejorar un poco las vidas que han sido arruinadas. Porque mientras una persona sufra por expresar su sexualidad la labor seguirá vigente y el objetivo de crecer en diversidad estará más vigente que nunca.


Luis Enrique Becerra Castillo