Yo… ¿Demisexual?

¿Qué es ser demisexual?

 Es una persona que siente atracción sexual hacia otra, siempre y cuando tenga un vínculo afectivo intenso, esto es independientemente de ser heterosexual, gay, lesbiana, pansexual o bisexual.

Introducción

 Hace poco tiempo me empecé a adentrar en la información acerca de la sexualidad y me topé con esta definición, que por sí misma no me dice mucho, sin embargo, pensé que mi experiencia era lo “normal” no sentí que yo fuera diferente a lo convencional. Este concepto me siguió rondando, sin que fuera nada preocupante, pero sí interesante.

 Pero… ¿Qué es la demisexualidad? Intentaré explicarlo con ejemplos, que para mí es la mejor forma de expresar algo que no se piensa, más bien se siente.

 El ser demisexual no es algo que elegí, no es algo que quise en mi vida por “santita”, “puritana” o “moralista”, nunca pensé en eso, solo es así.

Antecedentes

 A lo largo de mi vida (50 años) considero que no he tenido problemas para socializar ni para relacionarme con otras personas, tampoco con mi cuerpo o autoestima. Lo que me hace ser demisexual no tiene que ver con estos aspectos.

 Recordando un poco de mi niñez y adolescencia ya tenía algunas vivencias que coinciden con lo que es ser una persona demisexual, no es nuevo, lo nuevo únicamente es el descubrimiento.

 Un primer indicio de esto fue que, durante toda mi vida, una imagen sexual repentina sin connotación de amor, me repugnaba, me daba asco literalmente. A mis 9 años me enteré de las relaciones sexuales, esa imagen en mi mente me perturbó mucho, me provocó asco y a las personas que lo vivían yo las sentía como víctimas y/o victimarias.

 En la adolescencia, al ver alguna película donde involucraba escenas eróticas con amor (Terminator) no hubo problema y lo disfruté, pero cuando eran sin amor me daban ganas de vomitar, alguna vez sí me vomité (El callejón de los milagros). En realidad, no es el acto sexual lo que me afectaba, sino el acto sexual sin vinculación afectiva, incluso en la ficción.

 Durante mi juventud me repugnaba y me ofendía que las personas hablaran de sus experiencias sexuales así… “fríamente”, me parecía irrespetuoso, grotesco y asqueroso. Nunca permití que me platicaran a detalle, solamente si dentro de la conversación con connotación sexual (sin ser explícita) se hablara también de sentimientos.

 Mi forma de ser me parece buena, dadas las situaciones de riesgo que se viven por ser mujer, me siento más segura, pero debo aclarar que no prefiero ser así, lo acepto y disfruto. Para mí no ha sido un problema, ya que la sociedad conservadora y la “vela perpetua” están de mi lado en esto. Como mujer “puedo rechazar sin ser juzgada”, puedo ser tajante y hasta grosera por “darme mi lugar” y el no tener muchas parejas sexuales, para algunos, “es lo que debería ser”.

 Cuando me siento incómoda no puedo ocultar el rechazo que siento en determinados momentos, aunque la otra persona esté siendo respetuosa. La señal de avance en la relación hacia la intimidad en mi caso es impredecible y está mucho más lejana de lo habitual.

Experiencias

 A los 14-15 años, me sentía muy triste y sola, fui a bailar con unos primos y dentro de la bailada, recuerdo que abracé muy fuerte a un chico quizá con desesperación y él me correspondió. Fue un abrazo muy profundo, que atesoro, recuerdo bien al chico, él me consoló más allá de otras intenciones, nunca lo volví a ver. Me contrarió mucho cuando mis primos le dieron un sentido erótico, que para cualquier persona pudiera serlo, pero para mí no, él dulcemente me salvó, esa es la palabra.

 En la actualidad como demisexual entiendo que, el mensaje que yo recibí a esa edad es que todo contacto físico “tiene que ser erotizado”, quizá eso me marcó para llegar a ser muy cortante y tajante con insinuaciones masculinas. En mi caso, la respuesta al abrazo que yo di fue muy respetuosa, pero podría ser que la respuesta fuera “aprovechada” en tal caso estoy segura que eso hubiera limitado mi confianza para siempre.

 A los 17 años dejé de querer a un novio, él siempre fue respetuoso, cariñoso y muy buena persona conmigo, con él siempre me sentí muy cómoda en todos los aspectos, me di cuenta que dejé de quererlo cuando empecé a sentir una intensa repulsión hacia él, en realidad no hizo nada malo, lo lastimé en serio.

 En ese tiempo mi círculo de amistades pensó que yo era “una maldita” ya que él era amigable y muy querido, yo pensé que sufrió por terminar la relación y me parecía exagerada su reacción. Entendiendo la demisexualidad, por mis demostraciones de asco, lo herí, ya que lo desprecié con todos mis sentidos, actué de una manera muy cruel sin ser esa mi intención, a él le hice pensar que como persona me daba asco, y no fue así. Esto en cualquier otro contexto puede afectar mucho más a una persona demisexual, porque te hacen sentir que estás mal, que eres cruel o mala, quizá al comprender nuestra propia sexualidad y el por qué reaccionamos de cierta manera, pudiéramos manejar un poco mejor las cosas para que la otra persona no salga lastimada o humillada.

 A los 24 tuve mi primer encuentro sexual “en forma”, realmente no lo viví como tal: “una experiencia sexual”, ya que en todo momento sentí “entumecido” mi cuerpo y mis emociones, solo quería que terminara, era “un requisito a cumplir”, me obligué a hacerlo, ya que realmente no tenía la más mínima intención o interés de avanzar en la relación, había cierta estima hacia esta persona, pero no estaba enamorada y no existía una atracción sexual. Luego de esto me sentí vacía, como ir a comer y regresar con hambre emocional. Tuve la suerte de que la persona en cuestión fue respetuosa y comprensiva ya que de ahí en adelante no hubo sexo y la relación duró un tiempo más.

 Una amiga muy querida me recordó recientemente lo que le dije un día después de mi “primera experiencia sexual”: - ¡Guácala, no sé por qué tanto alboroto con el sexo, no se pierden de nada! - En ese momento no tenía ningún impedimento para disfrutar de la relación sexual: yo era una muchacha que terminó la universidad, con un muy buen empleo, responsable de mí misma y en mi casa eran abiertos con el tema.

 Reflexionando acerca de esto en la actualidad, no estaba enamorada, pero lo que “tocaba” era tener relaciones sexuales, no puedo decir que me traumó, pero sí pudo generar mucha culpa y miedo de intentar otro encuentro sexual. Eso que yo sentí por un día, un momento, ni siquiera puedo imaginarlo viviendo en pareja, podría ser frustrante, complicado y doloroso ya que todas las parejas pueden llegar a vivir alguna “desvinculación afectiva” (por mínima que sea) y siendo demisexual, podría ocasionar el rechazo total a la relación sexual u obligarse a tener sexo.

 A los 25 años con mis amistades del trabajo, se hablaba de relaciones y también del tema sexual, yo me molesté y me mostré asqueada, me presionaron un poco para hablar del tema y uno de ellos me dijo que por qué me molestaba, que no era nada “vulgar” y luego comentó: -Es que tú eres frígida-, no le di mayor importancia, porque algo me decía que eso no era del todo correcto, ya que tuve un novio al que sí quise y no me daba asco nada de él.

 Después tuve otro novio al que quise mucho, pero no lo suficiente como para sentirme cómoda en la intimidad por lo que en 6 meses de relación no hubo contacto sexual porque había decidido no volver a obligarme a tener una relación sexual.

 A los 28 años conocí al que desde hace 22 años comparte la vida conmigo, me enamoré, sin embargo, las primeras veces en las que pudo haber intimidad yo sentí esa misma incomodidad. Él quizá no entendió nada, pero esperó y avanzamos en la relación emocional y afectiva, lo sexual quedó en pausa.

 Soy muy feliz de que, aunque él no comprendiera y seguramente se sintió mal, pensando que no correspondía a sus sentimientos, pudo ver más allá de ese “evidente” rechazo físico. El piropo con el que “me flechó” fue: -supe que me importabas mucho, porque siempre pensaba en ti, pero no por bonita. -

 Ahora entiendo que desde el principio él pensó que no tenía oportunidad conmigo, que tenía que perseverar sutilmente para ganar esa oportunidad y por eso esperó. Estas y otras actitudes por más de un año me hicieron sentir cómoda y confiada, también sentí que mi experiencia con él no sería como la primera. Desde entonces hemos llevado una vida íntima, hermosa.

Reflexiones finales

 Lo más difícil, fue “soportar” el sexo o manifestaciones de erotismo sin tener un interés por ello, el tener la convicción de no estar donde no quiero o presionar “experiencias” me ayudó. Otra cosa complicada es el lastimar a otros por las manifestaciones despectivas que se pudieran evitar si entendiéramos la demisexualidad.

 Sí me identifico como una persona cuya orientación sexual es demisexual, sin embargo, no me considero parte del colectivo LGBTTTIQA+ porque como persona heterosexual y cisgénero no he vivido discriminación, ni rechazo por ello.

 El principal motivo de escribir este artículo es el de visibilizar esta orientación sexual y de alguna manera empatizar con las personas que se sienten como yo, sobre todo con las que lo pasan mal a causa de esto.

 Ser demisexual es muy bonito y perfectamente compatible con una vida feliz, plena y satisfactoria. La diversidad es enriquecedora para todas las personas, conociéndonos y entendiéndonos podemos vivir plenamente.

 Si te identificas con algo de lo que escribí y sientes que afecta tu vida, busca más información u orientación profesional. 

Mayra Bórquez